LA GENEALOGÍA DE JESÚS: FUNDAMENTOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS “Cuando vino la plenitud de los tiempos, Dios mandó a su Hijo nacido de mujer…para rescatar a la humanidad, para que recibiéramos la adopción de hijos…”(Gál.4,4) Aquel Hijo que existe desde siempre, fuera y más allá del tiempo, un día entra en el mundo y en la historia, nace en Belén, patria del rey David. Como en el preámbulo de una clásica obra musical, un músico inspirado, en pocos compases, sintetiza el tema de su composición a la cual sucesivamente le da un amplio desarrollo mediante un enlace de notas recurrentes en armoniosa unidad; así nuestros Evangelistas: Juan, Mateo y Lucas, al inicio de su Evangelio, tratan de presentarnos desde su propia visión y con matices esenciales a AQUÉL de quien anuncian la “Alegre Noticia”. “En principio existía el Verbo… y el verbo estaba en Dios… y el Verbo se ha hecho carne…” (Jn.1, 1-4) Así el Evangelista JUAN, en el prólogo de su Evangelio nos presenta a Jesús, poniendo en evidencia sobre todo su origen divino: Él es el Verbo, la Palabra creadora de Dios, que se hace hombre, que ofrece a la humanidad una vida nueva llena de luz y de verdad. El Evangelista MATEO en su primer capítulo nos da las características históricas de Jesús mediante la presentación de una genealogía que, según la mentalidad del pueblo hebreo no significa tanto una información de carácter socio- anágrafico, sino la pertenencia a una estirpe, la importancia de una descendencia. Jesús es el hijo de Abraham y de David; es verdaderamente hombre; es aquel que dará inicio a una nueva era para la humanidad. En su prólogo Mateo marca las principales etapas de la historia de Israel; una historia de largos siglos de generaciones, ritmada por presencias y acontecimientos significativos que convergen, así como varios cursos de agua, en el único gran rio de la historia: Cristo, el Agua Viva que sumerge a la humanidad en el océano de Dios. Mateo inicia su genealogía con Abraham, el depositario de la promesa de Dios, para llegar a Cristo. Como el deslizarse de los anillos de una cadena, él nos indica las generaciones en forma descendente: “Abraham engendró a Isaac; Isaac engendró a Jacob…” (Mt.1,1). Es un ritmo lento, cadencioso, que expresa bien la acción eterna de Dios en la historia de Israel y en la historia humana. David es la figura predominante de esta genealogía: “Obed engendró a Jessé, Jessé engendró al rey David…” (Mt. 1, 5 – 6 Con él se cumple una fase histórica constituida de 14 generaciones, número que indica plenitud. Desde David a la deportación de Babilonia pasan otras 14 generaciones. Y 14 más desde la deportación de Babilonia hasta Cristo. Este es el cuadro histórico de los antepasados de Jesús según Mateo. Como él también LUCAS, después de haber mencionado la filiación divina de Jesús en la narración del Bautismo donde dice: “Se escuchó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo predilecto…” (Lc. 3, 22), nos presenta también su origen según el orden humano. Diversa del Evangelista Mateo su genealogía procede en forma ascendente, es decir que comienza con Jesús hasta llegar a David; y después prosigue hasta Abraham para llegar por fin hasta el primer anillo de la cadena humana, Adán y por tanto hasta el Dios Creador. En este modo Lucas nos muestra que Jesús pertenece a toda la humanidad y no sólo al pueblo elegido. Es el Nuevo Adán venido para hacerse hermano y compañero de cada hombre y conducir a todos hacia el Padre. Su genealogía nos ofrece además el lugar jurídico de Jesús, Hijo de Dios, en el pueblo de Israel. “Jesús tenía cerca de 30 años, cuando comenzó su ministerio y todos pensaban que fuese Hijo de José, hijo de Elí…” (Lc.3, 23). Lucas relaciona a Jesús con José. Aún si no se trata de una relación de sangre es sin embargo una relación muy válida, dado que en el contexto hebreo de entonces, sólo los hombres eran considerados sujetos de derecho. Este vínculo define la pertenencia de Jesús, de derecho, a la estirpe de David, al mismo tiempo que legaliza su inserción en la historia de Israel. Él es por esto el esperado Rey-Mesías, aquel que realiza las promesas hechas por Dios a Abraham y a David. Por tanto para los Evangelistas, la Encarnación es un acontecimiento histórico, que se ha verificado en el tiempo y en el espacio con la mediación de los hombres, con la trasmisión de la sangre de padre a hijo. Por esto, ellos, como prueba de cuanto han anunciado los profetas sobre el Mesías, presentan a los personajes más significativos de la genealogía de Jesús.
miércoles, 30 de abril de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario