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miércoles, 30 de abril de 2014

LA GENEALOGÍA DE JESÚS: FUNDAMENTOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS

LA GENEALOGÍA DE JESÚS: FUNDAMENTOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS “Cuando vino la plenitud de los tiempos, Dios mandó a su Hijo nacido de mujer…para rescatar a la humanidad, para que recibiéramos la adopción de hijos…”(Gál.4,4) Aquel Hijo que existe desde siempre, fuera y más allá del tiempo, un día entra en el mundo y en la historia, nace en Belén, patria del rey David. Como en el preámbulo de una clásica obra musical, un músico inspirado, en pocos compases, sintetiza el tema de su composición a la cual sucesivamente le da un amplio desarrollo mediante un enlace de notas recurrentes en armoniosa unidad; así nuestros Evangelistas: Juan, Mateo y Lucas, al inicio de su Evangelio, tratan de presentarnos desde su propia visión y con matices esenciales a AQUÉL de quien anuncian la “Alegre Noticia”. “En principio existía el Verbo… y el verbo estaba en Dios… y el Verbo se ha hecho carne…” (Jn.1, 1-4) Así el Evangelista JUAN, en el prólogo de su Evangelio nos presenta a Jesús, poniendo en evidencia sobre todo su origen divino: Él es el Verbo, la Palabra creadora de Dios, que se hace hombre, que ofrece a la humanidad una vida nueva llena de luz y de verdad. El Evangelista MATEO en su primer capítulo nos da las características históricas de Jesús mediante la presentación de una genealogía que, según la mentalidad del pueblo hebreo no significa tanto una información de carácter socio- anágrafico, sino la pertenencia a una estirpe, la importancia de una descendencia. Jesús es el hijo de Abraham y de David; es verdaderamente hombre; es aquel que dará inicio a una nueva era para la humanidad. En su prólogo Mateo marca las principales etapas de la historia de Israel; una historia de largos siglos de generaciones, ritmada por presencias y acontecimientos significativos que convergen, así como varios cursos de agua, en el único gran rio de la historia: Cristo, el Agua Viva que sumerge a la humanidad en el océano de Dios. Mateo inicia su genealogía con Abraham, el depositario de la promesa de Dios, para llegar a Cristo. Como el deslizarse de los anillos de una cadena, él nos indica las generaciones en forma descendente: “Abraham engendró a Isaac; Isaac engendró a Jacob…” (Mt.1,1). Es un ritmo lento, cadencioso, que expresa bien la acción eterna de Dios en la historia de Israel y en la historia humana. David es la figura predominante de esta genealogía: “Obed engendró a Jessé, Jessé engendró al rey David…” (Mt. 1, 5 – 6 Con él se cumple una fase histórica constituida de 14 generaciones, número que indica plenitud. Desde David a la deportación de Babilonia pasan otras 14 generaciones. Y 14 más desde la deportación de Babilonia hasta Cristo. Este es el cuadro histórico de los antepasados de Jesús según Mateo. Como él también LUCAS, después de haber mencionado la filiación divina de Jesús en la narración del Bautismo donde dice: “Se escuchó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo predilecto…” (Lc. 3, 22), nos presenta también su origen según el orden humano. Diversa del Evangelista Mateo su genealogía procede en forma ascendente, es decir que comienza con Jesús hasta llegar a David; y después prosigue hasta Abraham para llegar por fin hasta el primer anillo de la cadena humana, Adán y por tanto hasta el Dios Creador. En este modo Lucas nos muestra que Jesús pertenece a toda la humanidad y no sólo al pueblo elegido. Es el Nuevo Adán venido para hacerse hermano y compañero de cada hombre y conducir a todos hacia el Padre. Su genealogía nos ofrece además el lugar jurídico de Jesús, Hijo de Dios, en el pueblo de Israel. “Jesús tenía cerca de 30 años, cuando comenzó su ministerio y todos pensaban que fuese Hijo de José, hijo de Elí…” (Lc.3, 23). Lucas relaciona a Jesús con José. Aún si no se trata de una relación de sangre es sin embargo una relación muy válida, dado que en el contexto hebreo de entonces, sólo los hombres eran considerados sujetos de derecho. Este vínculo define la pertenencia de Jesús, de derecho, a la estirpe de David, al mismo tiempo que legaliza su inserción en la historia de Israel. Él es por esto el esperado Rey-Mesías, aquel que realiza las promesas hechas por Dios a Abraham y a David. Por tanto para los Evangelistas, la Encarnación es un acontecimiento histórico, que se ha verificado en el tiempo y en el espacio con la mediación de los hombres, con la trasmisión de la sangre de padre a hijo. Por esto, ellos, como prueba de cuanto han anunciado los profetas sobre el Mesías, presentan a los personajes más significativos de la genealogía de Jesús.

lunes, 21 de abril de 2014

LA PUERTA DE LA ESPERANZA

Manuel Díaz Mateos SJ "nos hace recordar que la perspectiva profética muchas veces ha tenido una relación tensa con la institucionalidad, pues el profeta suele incomodar al momento de señalar aquello que es necesario replantear a la luz de los signos de los tiempos... a Puerta de la esperanza el autor muestra y demuestra el modo cómo los profetas del Antiguo Testamento hablan al pueblo de Israel en términos de denuncia y anunciación. Esta doble función es posible, pues el profeta, en palabras de Abraham Heschel, actúa como un “exegeta de la historia”de David al Mesia Carece de sentido hablar de esperanza mesiánica en esta época porque no hay nada que esperar. en la época del destierro Encontramos personas que mantienen su fe radical en la promesa y personas que la consideran superada. "Un rey humilde, pero capaz de acabar con la guerra, dictar paz a las naciones e instaurar un reino más amplio aún que el de David." Los cristianos, al menos, tenemos la certeza de que la promesa antigua se ha cumplido: «Hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor» en otra pasaje se describe: "Retono brotara de la raíz de Jesé" (IS 11)" en la certeza del católico es que Yahvé cumple sus promesas, hecha a nuestro Padre Abraham hasta el Mesías esperado... El ha ido educando día a día al pueblo sobretodo con los fieles o conocido como el Resto de Yahvé que esperan anhelantes su llegada y que formaron el corazón de María y José quienes abren las puertas de un nueva historia...

Vivir sin fe y sin reconocer el Amor de Dios significa: Que todo es relativo, pasajero , que lo importante es ser, tener, que te sirvan , te consideren, que todo está en función tuya, que la justicia es justicia en tanto me favorece o esté en sintonía con mi pensar, que el primero soy yo, que las personas las utilizo a mi antojo, que el dolor ajeno es ajeno a mí, que los problemas de los demás son sus problemas, que yo me esfuerzo lo mínimo, que no tengo porque aguantar nada, que el pecado es un cuento, que vivir la vida es hacer lo que me dé la gana.... Esto es para el mundo saber vivir, esto es para el mundo llevar el control, y esto es lo que nos venden y quizá todo o en parte ponemos en práctica. Pero, ¿Qué pasa si pierdes el control, si tu vida se te va de las manos?

LAS GRANDES RELIGIONES

Las grandes religiones han surgido como resultado de la búsqueda, el encuentro y la relación con el Misterio, con el Absoluto, con el Ser Transcendente as religiones son caminos igualmente válidos para llegar a Dios y descubrir el sentido de la vida. Otras muchas creen que en todas las religiones hay cosas buenas y cosas malas, y que ninguna posee el monopolio de la verdad ni puede afirmar que es la única vía que conduce a Dios.

La presencia de Dios... Cabe señalar dos extremos en el modo de vivir y comprender la relación Dios- hombre. Se puede acentuar tanto la trascendencia de Dios, que la relación del hombre con él tienda a desaparecer, el cual alejado allá en el cielo abre una distancia insondable que el hombre tiende a llenar de modo tangible en las mil formas del politeísmo; ya sea en la dirección del «dios abstracto» del deísmo. cada vez el hombre se aleja de trascendencia... porque le quiere tener respuestas concretas de Aquel que por años ha conocido... por lo tanto la fe quiere vivir un fe concreta... cabe preguntarnos que Fe tenemos... y que lograremos... FE O CONVICCIONES???

Más Allá de una simple historia HABLAR de Dios en la historia significa afrontar un tema fundamental. Si se la toma como lo que es, como presencia VIVA, PERSONAL y DINÁMICA, ella constituye, en efecto, el núcleo mismo de la relación entre Dios y el hombre. De cómo se la conciba, dependen, en su entraña más íntima, la fe y la actitud religiosa. Y no sólo de cómo se la conciba expresamente, sino sobre todo de cómo se la dé por supuesta implícitamente. Pues ya se sabe que es en el suelo obvio e incuestionado de las «creencias», donde echan sus raíces más profundas y efectivas nuestras actitudes vitales.

miércoles, 9 de abril de 2014

miércoles, 2 de abril de 2014