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jueves, 29 de mayo de 2014

EL CRISTIANO ANTE DIOS

No siempre se nos hace fácil a los cristianos relacionarnos de manera concreta y viva con el misterio de Dios confesado como Trinidad. Sin embargo, la crisis religiosa nos está invitando a cuidar más que nunca una relación personal, sana y gratificante con él. Jesús, el Misterio de Dios hecho carne en el Profeta de Galilea, es el mejor punto de partida para reavivar una fe sencilla.
(la imagen que nos hombre se ha hecho de Dios) ¿Cómo vivir ante el Padre? Jesús nos enseña dos actitudes básicas. En primer lugar, una confianza total. El Padre es bueno. Nos quiere sin fin. Nada le importa más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, recelos, cálculos o estrategias. Vivir es confiar en el Amor como misterio último de todo. En segundo lugar, una docilidad incondicional. Es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues sólo quiere una vida más digna para todos. No hay una manera de vivir más sana y acertada. Esta es la motivación secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios Padre.
¿Qué es vivir con el Hijo de Dios encarnado? En primer lugar, seguir a Jesús: conocerlo, creerle, sintonizar con él, aprender a vivir siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la miraba él; tratar a las personas como él las trataba; sembrar signos de bondad y de libertad creadora como hacía él. Vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna. Para un cristiano no hay otro modo de vivir más apasionante. En segundo lugar, colaborar en el Proyecto de Dios que Jesús pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos. A los que lloran Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los quiere ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para todos. Este Proyecto que Jesús llama "reino de Dios" es el marco, la orientación y el horizonte que se nos propone desde el misterio último de Dios para hacer la vida más humana.
¿Qué es vivir animados por el Espíritu Santo? En primer lugar, vivir animados por el amor. Así se desprende de toda la trayectoria de Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde el amor. Nada hay más importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza en nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas torpezas, errores y miserias. Por último, quien vive "ungido por el Espíritu de Dios" se siente enviado de manera especial a anunciar a los pobres la Buena Noticia. Su vida tiene fuerza liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven ciegos; es un regalo para quienes se sienten desgraciados. José Antonio Pagola

RECORRIDO HACIA LA FE

RECORRIDO HACIA LA FE
Estando ausente Tomás (Jn 20, 19-31), los discípulos de Jesús han tenido una experiencia inaudita. En cuanto lo ven llegar, se lo comunican llenos de alegría: "Hemos visto al Señor". Tomás los escucha con escepticismo. ¿Por qué les va creer algo tan absurdo? ¿Cómo pueden decir que han visto a Jesús lleno de vida, si ha muerto crucificado? En todo caso, será otro. Los discípulos le dicen que les ha mostrado las heridas de sus manos y su costado. Tomás no puede aceptar el testimonio de nadie. Necesita comprobarlo personalmente: "Si no veo en sus manos la señal de sus clavos... y no meto la mano en su costado, no lo creo". Solo creerá en su propia experiencia. Este discípulo que se resiste a creer de manera ingenua, nos va a enseñar el recorrido que hemos de hacer para llegar a la fe en Cristo resucitado los que ni siquiera hemos visto el rostro de Jesús, ni hemos escuchado sus palabras, ni hemos sentido sus abrazos. A los ocho días, se presenta de nuevo Jesús a sus discípulos. Inmediatamente, se dirige a Tomás. No critica su planteamiento. Sus dudas no tienen nada de ilegítimo o escandaloso. Su resistencia a creer revela su honestidad. Jesús le entiende y viene a su encuentro mostrándole sus heridas. Jesús se ofrece a satisfacer sus exigencias: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos. Trae tu mano, aquí tienes mi costado". Esas heridas, antes que "pruebas" para verificar algo, ¿no son "signos" de su amor entregado hasta la muerte? Por eso, Jesús le invita a profundizar más allá de sus dudas: "No seas incrédulo, sino creyente". Tomás renuncia a verificar nada. Ya no siente necesidad de pruebas. Solo experimenta la presencia del Maestro que lo ama, lo atrae y le invita a confiar. Tomás, el discípulo que ha hecho un recorrido más largo y laborioso que nadie hasta encontrarse con Jesús, llega más lejos que nadie en la hondura de su fe: "Señor mío y Dios mío". Nadie ha confesado así a Jesús. No hemos de asustarnos al sentir que brotan en nosotros dudas e interrogantes. Las dudas, vividas de manera sana, nos salvan de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, sin crecer en confianza y amor. Las dudas nos estimulan a ir hasta el final en nuestra confianza en el Misterio de Dios encarnado en Jesús. La fe cristiana crece en nosotros cuando nos sentimos amados y atraídos por ese Dios cuyo Rostro podemos vislumbrar en el relato que los evangelios nos hacen de Jesús. Entonces, su llamada a confiar tiene en nosotros más fuerza que nuestras propias dudas. "Dichosos los que crean sin haber visto". José Antonio Pagola

EL IDIOMA DE JESUS

Durante la visita del papa Francisco a Jerusalén -parte de su gira por Medio Oriente- el Pontífice tuvo una discusión académica con su anfitrión, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, sobre el idioma que Cristo pudo haber hablado. Varias lenguas eran de uso común en los lugares donde Jesús vivió, pero, ¿cuál de todas y cuántas habló? Netanyahu y Francisco parecen haber tenido un breve desacuerdo al respecto. "Jesús estuvo aquí, en esta tierra. Él hablaba hebreo", dijo el primer ministro al Papa durante una reunión pública en Jerusalén. "Arameo", interpuso el Papa. "Hablaba arameo pero conocía el hebreo", respondió Netanyahu.
Bilingüe o políglota La existencia de Jesús está ampliamente aceptada, aunque la veracidad histórica de los eventos de su vida todavía es tema de calurosos debates. No obstante, los historiadores pueden iluminarnos un poco sobre qué idioma hablaría el hijo de un carpintero de Galilea que se convirtió en un líder espiritual. Tanto el Papa como el primer ministro israelí están en lo correcto, dice el doctor Sebastian Brock, profesor emérito en arameo de la Universidad de Oxford, aunque era importante para Netanyahu clarificar su declaración. El hebreo era la lengua de los eruditos y de las escrituras. Pero el idioma "cotidiano" de Jesús hubiera sido el arameo y es este último el que la mayoría de los estudiosos de la Biblia dicen que habló. El arameo es el idioma que Mel Gibson utilizó para su película "La Pasión de Cristo", aunque no pudo sacar todas las palabras del guion del arameo del Siglo I. Algunas provienen de siglos más recientes. El árabe no se introdujo en Palestina sino hasta mucho después. Sin embargo, el latín y el griego eran de uso común en la época de Cristo. Es poco probable que Jesús supiera latín más allá de unas pocas palabras, explica Jonathan Katz, académico de Lenguas Clásicas de la Universidad de Oxford. El latín era el idioma de las leyes y del ejército romano y sería improbable que Jesús estuviera familiarizado con el vocabulario de ese mundo.
¿Analfabeto? Hay mucha más posibilidad con el griego. Esa era la lengua franca del Imperio Romano, la que utilizaban los administradores civiles. También estaban las ciudades de la Decápolis, principalmente en Jordania, donde el idioma y la cultura griegos dominaban. Así que Jesús probablemente podía hablar un poco de griego aunque, quizá no fuera muy competente en él, señala Katz. Tampoco hay evidencia clara de que podía escribir en ningún idioma, añade Brock. El Evangelio de Juan dice que escribió en el polvo, pero ese es el único relato que hace esa referencia. Tampoco sabemos en qué idioma pudo ser. Y, concluye Brock, es posible que Jesús estuviera dibujando en lugar de escribiendo. Fuente BBC MUNDO

Cómo es visto Jesús

http://prezi.com/v7vwp_fehykl/los-seguidores-del-hinduismo-del-budismo-del-judaismo-y-de/#"

miércoles, 30 de abril de 2014

LA GENEALOGÍA DE JESÚS: FUNDAMENTOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS

LA GENEALOGÍA DE JESÚS: FUNDAMENTOS BÍBLICOS Y TEOLÓGICOS “Cuando vino la plenitud de los tiempos, Dios mandó a su Hijo nacido de mujer…para rescatar a la humanidad, para que recibiéramos la adopción de hijos…”(Gál.4,4) Aquel Hijo que existe desde siempre, fuera y más allá del tiempo, un día entra en el mundo y en la historia, nace en Belén, patria del rey David. Como en el preámbulo de una clásica obra musical, un músico inspirado, en pocos compases, sintetiza el tema de su composición a la cual sucesivamente le da un amplio desarrollo mediante un enlace de notas recurrentes en armoniosa unidad; así nuestros Evangelistas: Juan, Mateo y Lucas, al inicio de su Evangelio, tratan de presentarnos desde su propia visión y con matices esenciales a AQUÉL de quien anuncian la “Alegre Noticia”. “En principio existía el Verbo… y el verbo estaba en Dios… y el Verbo se ha hecho carne…” (Jn.1, 1-4) Así el Evangelista JUAN, en el prólogo de su Evangelio nos presenta a Jesús, poniendo en evidencia sobre todo su origen divino: Él es el Verbo, la Palabra creadora de Dios, que se hace hombre, que ofrece a la humanidad una vida nueva llena de luz y de verdad. El Evangelista MATEO en su primer capítulo nos da las características históricas de Jesús mediante la presentación de una genealogía que, según la mentalidad del pueblo hebreo no significa tanto una información de carácter socio- anágrafico, sino la pertenencia a una estirpe, la importancia de una descendencia. Jesús es el hijo de Abraham y de David; es verdaderamente hombre; es aquel que dará inicio a una nueva era para la humanidad. En su prólogo Mateo marca las principales etapas de la historia de Israel; una historia de largos siglos de generaciones, ritmada por presencias y acontecimientos significativos que convergen, así como varios cursos de agua, en el único gran rio de la historia: Cristo, el Agua Viva que sumerge a la humanidad en el océano de Dios. Mateo inicia su genealogía con Abraham, el depositario de la promesa de Dios, para llegar a Cristo. Como el deslizarse de los anillos de una cadena, él nos indica las generaciones en forma descendente: “Abraham engendró a Isaac; Isaac engendró a Jacob…” (Mt.1,1). Es un ritmo lento, cadencioso, que expresa bien la acción eterna de Dios en la historia de Israel y en la historia humana. David es la figura predominante de esta genealogía: “Obed engendró a Jessé, Jessé engendró al rey David…” (Mt. 1, 5 – 6 Con él se cumple una fase histórica constituida de 14 generaciones, número que indica plenitud. Desde David a la deportación de Babilonia pasan otras 14 generaciones. Y 14 más desde la deportación de Babilonia hasta Cristo. Este es el cuadro histórico de los antepasados de Jesús según Mateo. Como él también LUCAS, después de haber mencionado la filiación divina de Jesús en la narración del Bautismo donde dice: “Se escuchó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo predilecto…” (Lc. 3, 22), nos presenta también su origen según el orden humano. Diversa del Evangelista Mateo su genealogía procede en forma ascendente, es decir que comienza con Jesús hasta llegar a David; y después prosigue hasta Abraham para llegar por fin hasta el primer anillo de la cadena humana, Adán y por tanto hasta el Dios Creador. En este modo Lucas nos muestra que Jesús pertenece a toda la humanidad y no sólo al pueblo elegido. Es el Nuevo Adán venido para hacerse hermano y compañero de cada hombre y conducir a todos hacia el Padre. Su genealogía nos ofrece además el lugar jurídico de Jesús, Hijo de Dios, en el pueblo de Israel. “Jesús tenía cerca de 30 años, cuando comenzó su ministerio y todos pensaban que fuese Hijo de José, hijo de Elí…” (Lc.3, 23). Lucas relaciona a Jesús con José. Aún si no se trata de una relación de sangre es sin embargo una relación muy válida, dado que en el contexto hebreo de entonces, sólo los hombres eran considerados sujetos de derecho. Este vínculo define la pertenencia de Jesús, de derecho, a la estirpe de David, al mismo tiempo que legaliza su inserción en la historia de Israel. Él es por esto el esperado Rey-Mesías, aquel que realiza las promesas hechas por Dios a Abraham y a David. Por tanto para los Evangelistas, la Encarnación es un acontecimiento histórico, que se ha verificado en el tiempo y en el espacio con la mediación de los hombres, con la trasmisión de la sangre de padre a hijo. Por esto, ellos, como prueba de cuanto han anunciado los profetas sobre el Mesías, presentan a los personajes más significativos de la genealogía de Jesús.

lunes, 21 de abril de 2014

LA PUERTA DE LA ESPERANZA

Manuel Díaz Mateos SJ "nos hace recordar que la perspectiva profética muchas veces ha tenido una relación tensa con la institucionalidad, pues el profeta suele incomodar al momento de señalar aquello que es necesario replantear a la luz de los signos de los tiempos... a Puerta de la esperanza el autor muestra y demuestra el modo cómo los profetas del Antiguo Testamento hablan al pueblo de Israel en términos de denuncia y anunciación. Esta doble función es posible, pues el profeta, en palabras de Abraham Heschel, actúa como un “exegeta de la historia”de David al Mesia Carece de sentido hablar de esperanza mesiánica en esta época porque no hay nada que esperar. en la época del destierro Encontramos personas que mantienen su fe radical en la promesa y personas que la consideran superada. "Un rey humilde, pero capaz de acabar con la guerra, dictar paz a las naciones e instaurar un reino más amplio aún que el de David." Los cristianos, al menos, tenemos la certeza de que la promesa antigua se ha cumplido: «Hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor» en otra pasaje se describe: "Retono brotara de la raíz de Jesé" (IS 11)" en la certeza del católico es que Yahvé cumple sus promesas, hecha a nuestro Padre Abraham hasta el Mesías esperado... El ha ido educando día a día al pueblo sobretodo con los fieles o conocido como el Resto de Yahvé que esperan anhelantes su llegada y que formaron el corazón de María y José quienes abren las puertas de un nueva historia...

Vivir sin fe y sin reconocer el Amor de Dios significa: Que todo es relativo, pasajero , que lo importante es ser, tener, que te sirvan , te consideren, que todo está en función tuya, que la justicia es justicia en tanto me favorece o esté en sintonía con mi pensar, que el primero soy yo, que las personas las utilizo a mi antojo, que el dolor ajeno es ajeno a mí, que los problemas de los demás son sus problemas, que yo me esfuerzo lo mínimo, que no tengo porque aguantar nada, que el pecado es un cuento, que vivir la vida es hacer lo que me dé la gana.... Esto es para el mundo saber vivir, esto es para el mundo llevar el control, y esto es lo que nos venden y quizá todo o en parte ponemos en práctica. Pero, ¿Qué pasa si pierdes el control, si tu vida se te va de las manos?

LAS GRANDES RELIGIONES

Las grandes religiones han surgido como resultado de la búsqueda, el encuentro y la relación con el Misterio, con el Absoluto, con el Ser Transcendente as religiones son caminos igualmente válidos para llegar a Dios y descubrir el sentido de la vida. Otras muchas creen que en todas las religiones hay cosas buenas y cosas malas, y que ninguna posee el monopolio de la verdad ni puede afirmar que es la única vía que conduce a Dios.

La presencia de Dios... Cabe señalar dos extremos en el modo de vivir y comprender la relación Dios- hombre. Se puede acentuar tanto la trascendencia de Dios, que la relación del hombre con él tienda a desaparecer, el cual alejado allá en el cielo abre una distancia insondable que el hombre tiende a llenar de modo tangible en las mil formas del politeísmo; ya sea en la dirección del «dios abstracto» del deísmo. cada vez el hombre se aleja de trascendencia... porque le quiere tener respuestas concretas de Aquel que por años ha conocido... por lo tanto la fe quiere vivir un fe concreta... cabe preguntarnos que Fe tenemos... y que lograremos... FE O CONVICCIONES???

Más Allá de una simple historia HABLAR de Dios en la historia significa afrontar un tema fundamental. Si se la toma como lo que es, como presencia VIVA, PERSONAL y DINÁMICA, ella constituye, en efecto, el núcleo mismo de la relación entre Dios y el hombre. De cómo se la conciba, dependen, en su entraña más íntima, la fe y la actitud religiosa. Y no sólo de cómo se la conciba expresamente, sino sobre todo de cómo se la dé por supuesta implícitamente. Pues ya se sabe que es en el suelo obvio e incuestionado de las «creencias», donde echan sus raíces más profundas y efectivas nuestras actitudes vitales.

miércoles, 9 de abril de 2014

miércoles, 2 de abril de 2014